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Federico García Lorca es atemporal
El triunfo en el cante flamenco tiene diferentes perspectivas y visiones, pero si el éxito tiene un significado propio en esta época de poquedad, éste se asocia a Miguel Poveda, que persevera en el universo lorquiano de quien alcanzó la mayor proyección internacional de la llamada Generación del 27.
En el caso específico que consideramos, la huella que el ‘Poema del Cante Jondo’ ha dejado en la literatura española no se puede refutar. Federico García Lorca comenzó a escribir esta obra maestra en 1921, tras encontrar la inspiración en el flamenco andaluz, y fue publicada en 1931, por lo que acomodó su poesía al desarrollo de lo jondo, con el que no sólo se identificó, sino que le confirió estilización culta, llegando su plena madurez con el ‘Romancero gitano’, de 1928.
Y de ahí parte el éxito concluyente de Miguel Poveda, que en el cierre de la gira del ‘Poema del Cante Jondo’ ha musicalizado el lenguaje personal de Lorca combinando las exigencias del cante con la perduración de su esencia poética, de ahí que desde la caña de inicio, ‘¡Ay!’, evidenciara por qué el cante jondo, al decir del poeta granadino, “viene del primer llanto y el primer beso”, o cómo el cante primitivo andaluz “es hondo, verdaderamente hondo, más que todos los mares que rodean al mundo”, tal y como puso de manifiesto en ‘Juan Breva’, al que cantó por malagueña y verdial.
Poveda combina lirismo lorquiano con frescura flamenca, y otorga eximia calidad a ‘La baladilla de los tres ríos’ por cantiñas, a la que da nueva perspectiva. Confiere igualmente consistencia y fuerte invención melódica a la soleá, desde Alcalá hasta Utrera, pasando por Cádiz y Triana, con variantes nacidas de la complejidad e incluso de la exuberancia de matices, y conjuga lo fantástico con lo tradicional de las lorqueñas de Pastora Pavón, reconociendo así el acierto de Federico, para quien lo jondo “es el grito de las generaciones muertas, la aguda elegía de los siglos desaparecidos”.
Hay que reseñar, a esta luz, la frescura y brío de cantaor badalonés, el modo de utilizar los recursos visuales y escénicos, y no obviar que la propuesta, musicalmente, es de una rica orquestación y sutil armonía, merced a los acompañantes, que mantuvieron la calidad de un concierto muy homogéneo y con poemas muy bien elegidos.
Mas Poveda no cesa en adentrarnos en el ambiente del poeta, y lo mismo ejecuta los cantes que no aparecen en el disco, como ‘La guitarra’ con música de Los Makarines, que aporta un recogimiento que conmueve al público con el ‘Retrato de Silverio Franconetti’ por seguiriyas cabales, al que deslumbra como quien le revela un canto universal a la esperanza, para continuar la gala con el solo de Jesús Guerrero con Paquito González, músicos que formulan su fuerza evocadora y expresiva, su imaginación ardiente, su sentido decorativo, su vigorosa sensualidad escénica.
Con una presencia escénica encendida y la flexibilidad de una voz entregada, de timbre luminoso, a Poveda se le nota que siente lo que interpreta, como en la ‘Canción de la madre del Amargo’, por bulerías; en los tangos, ‘Encuentro’, y el poema en tiempos de fandangos que se llama ‘Sevilla’, donde se codea con la expresión exaltada de sentimientos muy delicados y vinculados a su padre, pues estuvo viviendo unos 13 años en el territorio hispalense.
A Poveda lo encontramos particularmente impactante en la sobrecogedora canción del ‘Silencio’, dedicada a los niños asesinados en Palestina, y hasta se puso al servicio de los suyos -Carlos Grilo y El Londro por bulerías, y Los Makarines por fandangos-, ante el asombro y la maravilla del público al que ofreció un nuevo cante que acababa de grabar, ‘Ocio de los gitanos’, contando, por último, con la visita inesperada por tangos de Pepe de Lucía, de lo que fácil es colegir que el auditorio, eufórico, aplaudiera en pie un concierto que roza la excelencia de Miguel Poveda, eso sí, fatigante y muy hablador, pero con ganas de acometer el nuevo proyecto.
‘Poema del cante jondo’ es, a este tenor, una obra magistral y con una puesta en escena que se distingue por la exquisitez de las líneas melódicas y la hondura de la creatividad ejecutora. Y todo por mor de la sustancial relectura de la versificación flamenca que, de Federico García Lorca, ha ofrecido Miguel Poveda, el cantaor que ha dejado al poeta granadino ausente de cualquier tipo de relación con el tiempo.
Fuente: https://www.elmundo.es/andalucia/2025/10/31/690485bbe85ece16178b45a0.html