Miguel Poveda presenta El Árbol de la Alegría, su nuevo álbum de estudio, que verá…

Y no me encontraron», cantó Miguel Poveda en Granada
La sola presencia de la gran escritora Antonina Rodrigo hizo ponerse de rodillas a Miguel Poveda entre bastidores del teatro del Generalife. Acababa de terminar la última función de Había mil Federicos, una obra creada por Miguel Poveda con dirección escénica de Eva Yerbabuena que había puesto en pie al público entre aplausos y vivas por tercer día consecutivo y que se clausuró el 23 de agosto, dentro del Festival Lorca y Granada auspiciado anualmente por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y que se inició el día 1 de agosto la obra Llámame Lorca de Manuel Liñán.
«He visto a Federico en el escenario, sus textos, su fuerza, su libertad y sus reivindicaciones», decía Antonina Rodrigo sobre el espectáculo, la autora que escribió las biografías del propio Federico o de personajes tan cercanos al poeta como Mariana Pineda, Salvador Dalí y otros, sobre todo mujeres, que jalonan su gran trayectoria en la literatura.
Y es que Miguel Poveda hizo en Había mil Federicos un proceso casi de extenuación en lo artístico y lo personal. Con múltiples reivindicaciones en el amor, la libertad, la paz, la amistad…, la obra es de una intensidad que pone de manifiesto en dos horas, la existencia de un poeta con múltiples facetas, no sólo por su labor en la poesía y el teatro, sino en la música o en el dibujo.
Los diez hombres que hay en escena salen a boca de escenario y un Federico adolescente, interpretado por el bailaor Agustín Barajas, extrae de las manos de cada uno de los músicos un pañuelo rojo que va tiñendo el escenario. Desde ahí hasta el final de la obra todos son símbolos y cada vez mucho más intensos.
En enormes pantallas traseras se van proyectando fotos de Federico desde su niñez hasta las últimas antes de ser asesinado el 18 de agosto de 1936. Y en escenario un elenco difícil de reunir, según en palabras del propio Poveda. El maestro Joan Albert Amargós al piano; Jesús Guerrero a la guitarra; Paquito González en la percusión; Miguel Ángel Soto Peña ‘El Londro’, Carlos Grilo y Los Makarines, cante y palmas; a la batería, Manuel Reina y José Manuel Posada ‘Popo’ al bajo. Una colaboración especial la del guitarrista Paco Jarana junto a Poveda en un momento único. La granadina Eva Yerbabuena, al baile y también responsable de la dirección escénica. En el personaje de Federico niño el cantaor Manuel Monje y en los textos, la actriz Maica Barroso.
Múltiples textos de Federico se van enlazando con el cante de Poveda, que también incluyen textos de Machado y de Horacio García que colabora con los espectáculos de Eva Yerbabuena.
La obra es un musical enlazando las diferentes etapas de Lorca, desde su niñez a sus viajes a Cuba o Nueva York, cuando Poveda entona los ritmos cubanos y caribeños; desde su etapa del teatro de la Barraca, a los momentos del Concurso de Cante Jondo, en el que aparece el cartel que pintara Manuel Ángeles Ortiz; la seguiriya que canta Poveda con la inmensa guitarra de Jesús Guerrero, y también las canciones que siempre nos recuerdan al poeta, Los peregrinitos, Los cuatro muleros…, Poveda se rompe en lo popular.
Todo en el escenario está enlazado con Federico como protagonista. Se sienta Poveda con Amargós al piano versionando una música de Albéniz; baila Eva Yerbabuena con un Poveda sentado a la manera tradicional y llena el escenario con su zapateado mientras el cantaor pregunta desgarrado, «¿qué es el duende?», «el duende, dice señalándola, ¡es ella!».
Miguel Poveda no se guarda nada en esta obra, recita, canta, actúa, llora y ríe, recorre a Federico a través de un amor imposible y oculto, y reivindica sus deseos de paz y de libertad cuando el Federico niño abre un abanico en forma de raja de sandía, en clara alusión al genocidio en Palestina y en pantallas se proyectan imágenes de guerras y la palabra Paz. Después, entre bastidores, la mayor parte de la compañía lucía en su ropa una bandera Palestina.
Los diez hombres que conforman la música de este espectáculo son una orquesta perfectamente empastada, y cambian de lo popular al flamenco y a la música cubana sin ningún rubor, con un Amargós inmenso al piano. La obra fluye y el poeta no deja de estar presente y Poveda parece incansable.
Pero en camerinos, Antonina Rodrigo no deja de abrazar a Miguel Poveda y le promete su presencia en el nuevo espacio que sobre Lorca ha abierto el cantaor en pleno centro de Granada, el Centro Cultural Federico en Granada (CCFG) situado en el número 50 de Acera del Darro, una casa donde el poeta vivió desde 1909 a 1916 y que será ahora un lugar de interpretación, encuentros y conferencias sobre el poeta granadino. «Dime cuándo y allí estaré», dice la escritora.
Pero hay que volver al escenario porque el cantaor ha querido acabar arriba del todo, llamando a Federico sin que él pudiera contestar, por eso la obra termina con un grito desgarrador que canta entre el público al que baja recorriendo los pasillos del aforo: «No me encontraron, no me encontraron», canta Poveda. Regresa a escena y tras él todos los músicos que desaparecen engullidos por los cipreses del Generalife.
Había mil Federicos puso en pie a un público ávido de saber más de un poeta del que parece que sabemos todo y cada día descubrimos más. Miguel Poveda, ya se lo dijo Antonina Rodrigo: «Hoy he visto a muchos Federicos en ti en estas dos horas».
Fuente: https://www.abc.es/sevilla/cultura/encontraron-canto-miguel-poveda-granada-20250824202100-nts.html